viernes, 11 de julio de 2014

¿Y si fue por el Jabulani?

Brazuca - Balón oficial de Brasil 2014
Estamos a punto de terminar el Campeonato Mundial de Fútbol 2014 celebrado en Brasil. Cuando escribo estas líneas, todavía no se conoce el palmarés final, pero, desde que se materializó la eliminación de la selección española, han abundado los artículos y todo tipo de análisis para tratar de explicar por qué el país ganador de una edición pasa al puesto nº 23 en la siguiente (triste récord que figurará a partir de ahora en nuestro historial). Y eso gracias a que ganamos a Australia...
 
En este blog de ciencia, tecnología y progreso no voy a entrar en el debate sobre la obsolescencia o no de determinados modelos de juego, la necesidad o no de adaptar los estilos de liderazgo a las nuevas realidades, la falta de "hambre" de unos jugadores que ya lo han ganado todo, la excesiva duración de las temporadas nacionales y de los campeonatos europeos, etc... Para eso ya están el Marca, el As y el Mundo Deportivo. Me ha llamado la atención un aspecto menos comentado, con una dimensión muy tecnológica,  pero que, sin duda, también influye: ¿Y si ha sido por el balón? Me explico.
 
Desde que se celebran los Campeonatos Mundiales (Uruguay, 1930), la FIFA aprovecha la ocasión para "sacar" un nuevo modelo de balón con el que se disputan los encuentros. Se supone que para favorecer la innovación (y los ingresos de Adidas, proveedor en exclusiva desde 1970). Precisamente fue en los Mundiales de México en 1970 cuando se propuso el modelo Telstar, formado por 32 paneles poligonales (pentágonos y hexágonos), el tipo de balón que todos hemos conocido.
El balón "convencional" de 32 paneles
 
Porque este modelo, con sucesivas mejoras en cuanto a materiales, impermeabilización y en su forma de relleno, permaneció  durante 36 años, hasta el Campeonato de Alemania en 2006, donde se introdujo el Teamgeist, con sólo 14 paneles, de trazados curvilíneos. Y aquí empezó la tendencia innovadora: en el siguiente Campeonato, el de 2010 en Sudáfrica,  apareció el Jabulani, con 8 paneles, y en los actuales, Brasil 2014, se está jugando con el Brazuca, de tan sólo 6 paneles.
 
Y muchos os preguntaréis, ¿y tiene algo que ver el número y forma de los paneles con el comportamiento del balón? Pues efectivamente, y no porque lo diga yo, sino porque gracias a una beca del Ministerio de Educación, Cultura, Deportes, Ciencia y Tecnología de Japón, los investigadores Sungchan Hong y Takeshi Asai, de la Universidad de Tsukuba, han podido realizar una serie de interesantes experimentos y llegar a conclusiones.
 
Las pruebas las han realizado con 5 tipos de balones: El Vantaggio Molten de 32 paneles (el convencional); el Cafusa, también de 32 paneles pero con un diseño diferente; el Teamgeist (12); el Jabulani (8) y el Brazuca (6).
El Teamgeist - Alemania 2006
 
La primera prueba ha sido meter cada balón en un túnel de viento, de los que se usan en la industria aeronáutica, para ver el comportamiento del aire impulsado a velocidades variables "a través" del balón. Y han observado diferencias significativas en la fuerza de resistencia por tipo de balón y, lo que es más importante, según la orientación de los paneles en los modelos Cafusa y Jabulani (que al no tener un dibujo homogéneo, presentan perfiles muy diferentes según cómo los sitúes). También al medir las fuerzas laterales y de alzado que se producen como consecuencia del flujo aerodinámico, han observado que se produce un mayor cambio a una mayor velocidad en una de las posiciones estudiadas del Jabulani.
 
El simpático Jabulani - Sudáfrica 2010
Otra prueba se ha hecho con ayuda de un "robot-chutador". Básicamente lo que ha hecho este robot es chutar 20 veces con cada tipo de balón y con cada orientación, a una velocidad de 30 metros/segundo (108 Km/hora) y a una distancia de 25 metros y sin efecto. Los resultados han sido que los modelos Brazuca y Vantaggio son bastante estables (poca dispersión de la nube de puntos en cualquier orientación), mientras que los modelos Cafusa, Jabulani y Teamgeist presentan una notable variación entre ellos y también dentro del mismo tipo de balón dependiendo de la orientación de los paneles. O sea, que el balón importa.
 
Y si miramos la "serie" de las clasificaciones de la selección española desde el Mundial de Argentina (1978) (dado que ni en México 1970 ni en Alemania 1974 nos clasificamos): 10ª-12ª-7ª-10ª-8ª-17ª-5ª-9ª-1ª-23ª,  está claro dónde aparece la excepción. En el Jabulani. ¿Conocería Iniesta de manera intuitiva las peculiaridades aerodinámicas de este modelo de balón para asestar el derechazo en el punto adecuado, en la orientación óptima de sus paneles, de forma que pasara por delante de Stekelenburg como una exhalación? Ahí lo dejo.

Andrés Iniesta en el momento decisivo de pegarle al Jabulani
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Para el que quiera profundizar en la interesante investigación de los japoneses, este es el artículo de la revista Nature de Mayo 2014:
 
Posdata:  Espero que los seguidores más "ortodoxos" de este blog me disculpen esta incursión un tanto frívola en un tema que, aunque sin duda interesante, no plantea mucha proyección de futuro. Estamos en verano... y la actualidad manda.
De todas formas, podemos abrir un debate: ¿Cómo será el balón del Campeonato Mundial de Fútbol de 2050?
 

4 comentarios:

  1. Hola Angel.
    No es una incursión frívola en absoluto. Acaso hay algo más importante que el fútbol?????. Por cierto, yo me dejé las rodillas jugando a fútbol con un balón que regalaba La Casera y veo que no aparece en tu blog. ¿Y que fue del Tango???

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    1. El modelo Tango fue con el que se jugó en Argentina 1978. En diseño de paneles (32 hexagonales y pentagonales) era como el Telstar.
      En esta magnífica página de la Wikipedia tienes las fotos y características de todos los modelos desde Uruguay 1930:
      http://es.wikipedia.org/wiki/Balones_de_la_Copa_Mundial_de_F%C3%BAtbol
      En cuanto al balón de "La Casera", fíjate que a mí también me suena haber dado algunas patadas con él...

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  2. Cuando un país puede dedicar recursos de I+D para investigar las propiedades aerodinámicas de un balón y fabrica un robot para patearlo, es que el país va francamente bien.

    Lo mismo pensé cuando supe que una universidad americana financiaba un proyecto de I+D para averiguar si colocando una cucharilla en lugar del tapón de corcho de una botella de champán abierta se mantenían mejor sus propiedades que dejándola abierta, sin más, en la nevera.

    Volviendo al tema central, posiblemente es cierto que el éxito de la "Roja" en Sudáfrica fuera, en buena medida, una "cuestión de pelotas".

    Por otro lado, la humillación en Brasil/2014, con ser notable, no es nada comparada con la de la anfitriona. Es curioso ver qué sesudas y prudentes reflexiones están brotando de filósofos, profetas y pensadores brasileños a raíz de los resultados de la "favorita". A la postre, creo que les va a venir muy bien la puesta a tierra. No sé si nosotros sacaremos provecho del fracaso.

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  3. Uffff... ni siendo verano me engancho yo al fútbol. Cuando la supernoticia es que un jugador ha mordido a otro, que las emociones sociales o percepción de un país (Brasil, España, Argentina...) cambien solo con que la selección gane o pierda...hay que ponerse a pensar si los humanos occidentales no nos hemos desquiciado ya del todo y para siempre, y vivimos en una disociación permanente que nos lleva a que un futbolista sea una estrella conocida por diestro y siniestro (incluso por los que, como a mí, no nos gusta el fútbol) y un Premio Nobel sea un gran desconocido, pareciéndonos esto de lo más normal.

    Está claro que de pelotas, no opino... estoy en clara desventaja.

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