viernes, 18 de marzo de 2016

La venganza del dios Cautchouc

Inmenso almacén de ruedas usadas en Seseña
En los sucesivos capítulos de la muy recomendable novela de Vargas Llosa, "El sueño del celta" (2010),  se van alternando las experiencias vividas por el británico Roger Casement a comienzos del siglo XX en tres escenarios muy diferentes: el Congo colonial, el Perú de la "fiebre del caucho" y la Irlanda de los movimientos revolucionarios anteriores a su independencia. 

Como por el título del post habrá deducido el sagaz lector (y por la foto que lo acompaña), viene a colación esta mención al Nobel peruano por el segundo de los escenarios. A mediados del siglo XIX, el descubrimiento del proceso de vulcanización (por el que el caucho natural adquiría unas propiedades muy interesantes) y de la cámara neumática derivó en una fiebre extractiva del caucho. Por aquel entonces, el árbol del que se extrae el látex, la materia prima del caucho, el "Hevea brasiliensis", se encontraba únicamente en la zona amazónica compartida por Brasil, Perú, Bolivia, Colombia y Ecuador.


En paralelo con el floreciente desarrollo de la industria del automóvil, que se empeñaba en poner 4+1 ruedas con cubiertas de goma en cada vehículo, en el período comprendido entre 1879 y 1912, ciudades como Manaus Belém do Pará en Brasil e Iquitos en Perú experimentaron un crecimiento brutal en población y recursos. Afamados arquitectos europeos fueron convocados para erigir fastuosos palacios y deslumbrantes edificios en medio de la selva. Bancos, tranvías eléctricos, alcantarillado, casinos, óperas, drogas, diamantes, prostitución,... lo habitual en estos casos de enriquecimiento rápido y desaforado. Hasta que la rueda, nunca mejor dicho, se paró. 

Hevea brasiliensis
Algún avispado comerciante inglés (de nombre Henry Wickham para más señas) se dio cuenta de que, si para que creciera el árbol del caucho básicamente se necesitaba mucho calor, mucha humedad y agua abundante, ya había en el Imperio de su Graciosa Majestad unos cuantos territorios que cumplieran esa doble condición. Y así, de tapadillo, empezaron a llevarse semillas de hevea y a plantarlas en Liberia, en Ceilán y en la por entonces Malasia británica. Con las mismas condiciones climatológicas y también de crueldad y de explotación laboral para los indígenas que en su zona de origen, por lo que los costes eran comparables, incluso menores. El caso es que la oferta creció rápidamente de forma exponencial, por lo que alguien tuvo que "pagar el pato". Y le tocó a la Amazonia. Y, desde entonces, no se ha recuperado.

Le damos al fast-forward de la Historia. En el camino se han inventado y desarrollado diversas formas de caucho sintético (elastómeros obtenidos a partir de derivados del petróleo). Se estima que en la industria del neumático el 60% de los cauchos que se utiliza son sintéticos, mientras que el 40% restante sigue siendo natural. En los neumáticos de camiones y de vehículos de obra civil se utiliza mucho más caucho natural, sobre todos en los flancos y en la banda de rodadura, debido a su mayor resistencia (en general, se dice que para las cosas que no pueden fallar, desde condones a guantes de cirujano, pasando por neumáticos de avión, el caucho natural sigue siendo la opción más segura).

La producción mundial de caucho natural ha pasado de 4,4 millones de toneladas en 1983 a más de 13 millones en la actualidad. El reparto por continente es abrumador: Asia -> 93,2% ; África -> 4,3% ; Sudamérica -> 2,5%. Por países, Thailandia, Indonesia, Malasia, La India y China lideran el ranking, sumando entre los 5 casi el 87% de la producción total.

Comparemos estas cifras con la producción actual y prevista de vehículos. En 2014 se fabricaron casi 90 millones. De ellos, 23,7 millones en China, 11,7 en USA, 9,8 en Japón, 5,9 en Alemania y 4,5 en Corea. La previsión es que en 2021 la producción global alcance las 106 millones de unidades, con alrededor de 35 en China.

El caucho en Xishuangbanna - Zonas en amarillo
¿Y qué está haciendo China para asegurarse un suministro fiable de caucho? Pues hacer de la necesidad virtud. Pero la cosa viene de lejos, de cuando la Guerra de Corea (1950-1953). Como castigo por su alianza con el Norte, los EE.UU. impusieron a China restricciones para la importación de caucho, por lo que tuvieron que plantearse el cultivarlo en su territorio. El sur de China no llega a tener las condiciones climáticas habituales para el crecimiento de la hevea, por lo que en la zona de Xishuangbanna (el nombre equivalente en tailandés significa "doce mil campos de arroz"), lindante con Laos y Birmania, desarrollaron una nueva variedad de árbol, adaptado a un clima un poco menos tropical. Parece que, en la actualidad, podrían cambiar el nombre a "doce mil campos de caucho", porque colina tras colina no se ve otra cosa.
Colinas de H. Brasiliensis en Xishuangbanna

Y ahí reside un gran riesgo. Porque han plantado los árboles de caucho como si fueran naranjos, unos al lado de otros, bien juntitos. Y hay un bicho pequeño, pero muy peligroso, que se puede dar un festín. Lo aprendieron para su desgracia los caucheros del Amazonas hace casi un siglo. Cuando en 1927 Ford compró 20.000 hectáreas de terreno junto al río Tapajós, en Brasil, y desarrolló una plantación (que recibió el nombre de Fordlandia), cometió el mismo error. Y, pocos años después, apareció el "Microcyclus ulei", que no dejó un árbol sano.

En realidad se trata de un hongo. Pero sus esporas se dispersan por el aire y, cuando las copas de los árboles están muy juntas, se propagan como una plaga. Hoy en día, con el constante movimiento de personas y mercancías por todo el globo, y con lo difícil que es establecer controles fronterizos para todo tipo de microorganismos, muchos opinan que no es cuestión de "si", sino de "cuándo" se producirá un contagio de este hongo en las plantaciones del Sudeste asiático.

Es un gran riesgo, y como señala Charles C. Mann en su magnífico libro "1493 - Uncovering the New World Columbus created" : Someday, though, there will be a problem... Trees will die fast. The epidemic will cover an area large enough to be visible from space: black-leaved spotches scattered from the tip of China to the end of Indonesia. There will be a major international mobilization of resources to fight the outbreak. And planters will suddenly be aware that they are living in the Homogenocene, an era in which Asia and the Americas are increasingly alike".

Quién sabe, quizá sea la ocasión de que África ocupe el sitio vacante. O de que vuelva la fiebre del caucho a la Amazonia. La venganza del dios Cautchouc.

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(En realidad no existió ningún dios Cautchouc. La palabra maya cautchouc significaba, según unos autores "árbol que llora", y según otros "impermeable". A los primeros colonizadores les llamó la atención la altura con la que rebotaban unas pelotas hechas con este material y que los indígenas usaban como juego. Aun hoy en día algunos brasileños y argentinos muestran una maestría notable con un tipo de pelotas hechas con este material ;-)).

1 comentario:

  1. Muy interesante, Angel.

    Por cierto, algún día nos tendrás que poner un examen, a ver cuanto hemos asimilado de todo el material que has impartido.

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