No; no es un número de cuenta bancaria mal puesto, ni la dirección encriptada de un servidor remoto. Se trata, alguno ya lo habrá intuido, de los metros que tiene un año-luz: 9.460 billones. Cuya definición simplificada es "longitud que recorre la luz en un año". Pero que, para ser exactos, es "la distancia que recorre un fotón en el vacío durante un año juliano (365,25 días de 86.400 segundos) a la velocidad de la luz (299.792.458 metros/segundo) a una distancia infinita de cualquier campo gravitacional o de cualquier campo magnético". O sea, una definición más bien teórica.
Pero que nos sirve para hacernos una idea de la magnitud del Universo observable. La distancia de la Tierra al Sol es de 0,000015 años luz (poco más de 8 minutos-luz), la distancia al grupo de estrellas más cercano, Alpha Centauri, es de 4,37 años-luz; la distancia a Sirio, la estrella más brillante en el cielo, es de 8,6 a.l, y el diámetro de nuestra galaxia, la Vía Láctea, es de 150.000 a.l.. Para acabar de desanimar al personal, baste decir que el diámetro del universo observable (y no está muy claro qué se quiere decir con eso) se estima en 27.400 millones de años-luz.
Pero eso son distancias. Y como el bueno de Einstein se empeñó en demostrar que nada puede ir a más velocidad que el famoso fotón de luz, si aplicamos la fórmula de Tiempo= Distancia/Velocidad, llegamos a la conclusión de que, salvo que el alemán esté equivocado y aparezcan nuevas teorías que permitan navegar por hiper-espacios, multi-universos, agujeros de gusano y similares, el tiempo para llegar a cualquier objeto celeste será, como mínimo, su distancia en años-luz de la Tierra.
Imagen simulada de la sonda Juno cerca de Júpiter |
Ahora bien, 200 Kms./seg es sólo una mínima fracción de la velocidad de la luz (en concreto un 0,06666%). A esa velocidad, tardaríamos 1.500 años en recorrer 1 año-luz, y, por tanto, más de 6.500 años en llegar a Alpha Centauri.
Presentación de Breakthrough Starshot |
Un paréntesis para saber un poco más de Milner. Judío, nacido en 1961 en Moscú de un matrimonio de intelectuales rusos, dicen que debe su nombre a Yuri Gagarin, héroe de la Unión Soviética, que realizó el primer viaje espacial de un ser humano 7 meses antes de su nacimiento. Se doctoró en Física en la Universidad de Moscú, y, en 1990, fue el primer ruso no emigrado en obtener un MBA por Wharton. Después de eso, su trayectoria resulta vertiginosa en el mundo de la banca de negocios, de los fondos de inversión y del emprendizaje. Resultado: una cuantiosa fortuna personal, que da la oportunidad para destinar una parte de los beneficios a iniciativas interesantes, tales como:
1) Breaktrough Listen : La iniciativa con mayor presupuesto de la historia destinada a la búsqueda de señales de civilizaciones extraterrestres.
2) Breakthrough Message: Un premio anual de 1 millón de $ para aquel mensaje digital que mejor represente a la Tierra y a la Humanidad, destinado a ser interpretado por una civilización extraterrestre.
3) Breakthrough Starshot: Anunciado el 12 de Abril de 2016, y que dota con 100 millones de $ a una "proof of concept" de una nave, impulsada por velas de luz, que sea capaz de alcanzar un 20% de la velocidad de la luz.
Podéis consultar el detalle de estas iniciativas en la página web: www.breakthroughinitiatives.org
En lo que se refiere a las nanonaves, la idea es sencilla de explicar:
Se trata de que una base de emisores láser instalados en la superficie de la Tierra impulse a miles de pequeñas naves, de no más de 20 grs. de peso, gracias al efecto "viento" que esos rayos láser harían sobre una "vela de luz" incorporada a cada nave. Esas velas tendrían unos cuantos metros de superficie, pero su grosor sería de sólo unos centenares de átomos, lo que le daría la ligereza suficiente para aprovechar al máximo el impulso de la radiación (de hasta 100 gigawatios).
La nanonave espacial tendría el tamaño de una tarjeta de crédito, pero, gracias a los avances en miniaturización, dispondría de sofisticados sistemas de navegación, comunicación, fotografía, abastecimiento energético, etc...
(Es curioso que, ya a principios del siglo XVII, Kepler escribió una carta a Galileo en la que conjeturaba que una vela espacial podría capturar la luz del Sol y servir de impulso a una nave de la misma forma en la que una vela de barco utiliza el viento terrestre).
Sencillo de explicar, pero laborioso y costoso de llevar a la práctica. El propio Milner calcula una inversión próxima a los 14.000 millones de $ y de 15 a 20 años para tenerlo todo a punto. Incluso, en un ejercicio de transparencia muy americano, describe aquí todos los retos a los que se enfrenta este proyecto. El mayor de todos, porque todavía no existe la tecnología que lo resuelva, es cómo, una vez que la nanonave esté en las proximidades de Alpha Centauri pueda ser capaz de transmitir información de vuelta a la Tierra en condiciones de que a) llegue y b) sea posible analizarla.
Pero para eso está Hawking; seguro que se le ocurre algo.
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Si te interesa la "Exploración espacial" y la "Astronáutica", hay varios artículos en el blog que hablan sobre el tema. Sólo tienes que pinchar en las etiquetas que figuran en la parte superior derecha del post.
En lo que se refiere a las nanonaves, la idea es sencilla de explicar:
Se trata de que una base de emisores láser instalados en la superficie de la Tierra impulse a miles de pequeñas naves, de no más de 20 grs. de peso, gracias al efecto "viento" que esos rayos láser harían sobre una "vela de luz" incorporada a cada nave. Esas velas tendrían unos cuantos metros de superficie, pero su grosor sería de sólo unos centenares de átomos, lo que le daría la ligereza suficiente para aprovechar al máximo el impulso de la radiación (de hasta 100 gigawatios).
La nanonave espacial tendría el tamaño de una tarjeta de crédito, pero, gracias a los avances en miniaturización, dispondría de sofisticados sistemas de navegación, comunicación, fotografía, abastecimiento energético, etc...
(Es curioso que, ya a principios del siglo XVII, Kepler escribió una carta a Galileo en la que conjeturaba que una vela espacial podría capturar la luz del Sol y servir de impulso a una nave de la misma forma en la que una vela de barco utiliza el viento terrestre).
Sencillo de explicar, pero laborioso y costoso de llevar a la práctica. El propio Milner calcula una inversión próxima a los 14.000 millones de $ y de 15 a 20 años para tenerlo todo a punto. Incluso, en un ejercicio de transparencia muy americano, describe aquí todos los retos a los que se enfrenta este proyecto. El mayor de todos, porque todavía no existe la tecnología que lo resuelva, es cómo, una vez que la nanonave esté en las proximidades de Alpha Centauri pueda ser capaz de transmitir información de vuelta a la Tierra en condiciones de que a) llegue y b) sea posible analizarla.
Pero para eso está Hawking; seguro que se le ocurre algo.
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Habrán llegado nanonaves alienígenas a nuestra atmósfera? Nuestros sofisticados sistemas de detección las descubrirían? Se le estará ocurriendo ahora mismo a alguna mente extraterrestre enviar una desde una galaxia muy, muy lejana?
ResponderEliminarAy, qué calor terrestre hace hoy. Saludos veraniegos!