viernes, 4 de abril de 2014

Por favor, súbame al piso 35.786

Y eso asumiendo que cada "piso" tenga un Km. de altura. Porque es a esos 35.786 Kms. sobre el ecuador donde se encuentra la órbita "geoestacionaria". Donde las fuerzas gravitatoria y centrífuga se equilibran para dejar a un objeto quieto en la misma posición y altura sobre la Tierra (o sea, orbitando a la misma velocidad de rotación que la propia Tierra, de ahí su aparente "inmovilidad"). Y es a esa altura donde se piensa que debe estar la "estación base" del Ascensor Espacial.

Un proyecto que ya aventuró el pionero de la exploración espacial Konstantin Tsiolkovsky en 1895, aunque sobre la base de una "torre" que llegara a esa altura (fácil de imaginar, pero inviable de construir; se ha estimado que con su peso se hundiría la corteza terrestre). Y que años más tarde, en 1979, tuvo su recreación más conocida en el libro "The Fountains of Paradise" de Arthur C. Clarke. Ambientada en el siglo XXII, para dar margen a que el progreso tecnológico permitiera disponer de los materiales y de las capacidades para su construcción. Aunque es conocida la respuesta irónica de Clarke años más tarde, en 2003, cuando le preguntaron sobre la viabilidad de este proyecto: "El ascensor espacial se construirá 10 años después de que todos se dejen de reir... y ya se han parado de reir".
 
Han pasado once años, y es cierto que parece que ya no se ríe nadie. Existe el International Space Elevator Consortium (www.isec.org), que organiza una Conferencia anual sobre el tema. Se acaba de publicar un detallado informe "Space Elevators:  An Assessment of the Technological Feasibility and the Way Forward", bajo el auspicio de la International Academy of Astronautics (IAA). Y hasta Obayashi Corporation, uno de los mayores conglomerados del sector de la construcción en Japón, incluye en su Memoria Anual del año 2012 un "Space Elevator Construction Concept". Y se moja con una fecha: 2050.
 
Diagrama conceptual
Tengo que reconocer que el diseño conceptual, en el que todos están de acuerdo, es difícil de "digerir". Porque se trata de montar un "cable" de casi 100.000 Kms. de longitud, anclado en la Tierra en algún punto del ecuador, y con un contrapeso en el otro extremo. Esta descomunal longitud se necesita, precisamente, para que el "peso" del tramo hasta la órbita geoestacionaria (los primeros 35.786 Kms.) se compensen con lo que está "por encima" y así se llegue a un equilibrio tenso. Una vez instalado el cable, no me preguntéis cómo, lo demás es fácil. Unos vehículos eléctricos llamados "escaladores", seguramente propulsados por células solares livianas, serán los encargados de subir y bajar cargas y personas a una velocidad de unos 200 Kms./hora (se necesitará, por tanto, una semana para llegar a la "estación GEO").
 
¿Y a qué se debe, principalmente, la aceleración del convencimiento de que esta propuesta es factible? Pues en gran parte se debe al reciente crecimiento exponencial del conocimiento sobre los nanotubos de carbono y de sus increíbles posibilidades. Como que su ratio de fuerza/peso es 1.000 veces mayor que el del acero. Y que se pueden obtener fibras de nanotubos de una longitud cada vez mayor que, al "tejerse" en forma de cables, conservan su extraordinaria capacidad de resistencia con un mínimo peso.
 
En esta charla TED de Markus Landgraf, analista de la European Space Agency en Darmstadt, se comentan algunos de estos avances en las fibras de nanotubos:
 
También rema a su favor el hecho de que la tecnología actual de propulsión espacial (los cohetes) sigue siendo de un despilfarro escandaloso (Casi el 90% del peso de un cohete en su base de lanzamiento corresponde al combustible). Se calcula que el coste de puesta en órbita con esta tecnología "tradicional" no baja de los 20.000 € por Kilo.
 
Si de verdad se llega a esto, hará falta una buena "escoba"
Hay un aspecto no menor que puede complicar el asunto. Y es que, desde los inicios de la exploración espacial, la Tierra ha ido acumulando una gran cantidad de "basura espacial" que ahí anda, dando vueltas un poco a lo loco. Y para la que cualquier estructura fija que se establezca puede representar un "atractivo fatal" (los que hayáis visto la película Gravity, sabéis lo que pueden hacer unos restos de satélite descontrolados). Pero... a grandes males... grandes remedios:  el propio Arthur C. Clarke, ya consciente de que muchos críticos del proyecto de ascensor espacial objetarían su fragilidad ante esta "lluvia de basura", proponía el crear una gran "escoba" que fuera limpiando de manera sistemática todos estos desechos. Seguro que alguien ya la está diseñando.

De momento, podemos imaginarnos ese viaje de una semana a la órbita geoestacionaria, subiendo desde el ecuador y viendo cómo la Tierra se va alejando poco a poco...
 
"Escalador" propulsado por paneles de energía solar
 
 

1 comentario:

  1. No me queda claro quien sera el responsable de mantenimiento del contrapeso, parece que estara un poco lejos. y el Disaster planing, ¿han estimado que pasaria si algo choca con el cable?

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