Coche eléctrico: La clave está en la batería



Estación eléctrica de carga "rápida" (80% de carga en 40 minutos)

Estaba yo tan ilusionado, recabando información de aquí y de allí, a partir de algunas pistas que había encontrado en las revistas que suelo leer, con la idea de haber encontrado un tema interesante para un post, cuando me topé con la siguiente declaración de José Riberas, Consejero Delegado de Corporación Gestamp (primer grupo español de la industria de componentes del automóvil: 6.250 millones de euros de facturación, 32.000 empleados en 20 países):

"Con todo lo que llevamos hablando en Europa del coche eléctrico durante los últimos años, por fin en 2014 se han vendido 70.000 unidades, que, frente a los 84 millones totales, parecen una broma". El País - Negocios - 11.01.15

 

Más razón que un santo. Y más ahora, con el galón de "gas" a $1,68 (0,37€ / litro) , ¿quién se priva de darle un buen pisotón al acelerador y salir quemando neumático en los semáforos de Dallas downtown?

 

Porque el "embrión" de post iba, precisamente, de coches eléctricos. Y más específicamente, de las baterías que los mueven. Porque, digo yo, que lo del petróleo a $50 no será para siempre (confieso que tratando de entender todos los argumentos que se han dado para justificarlo, hay algo que se me escapa). Y lo de la huella de carbono, el calentamiento global, la contaminación insufrible de las grandes ciudades, etc..., iba en serio, ¿no? O nos ha pasado como a Montoro, que parece que le ha vuelto a tocar la Lotería, con los 10.000 millones de € estimados con los que va a poder contar, de más, en los presupuestos si se mantiene este precio de los $50 durante el año 2015? Y a vivir, que son dos días...

 

El post tenía que empezar hablando de Elon Musk. Que no es un desconocido de estas páginas (ver: Hyperloop; De Madrid a Bilbao en 20 minutos). Pero que hoy le toca aparecer como CEO de Tesla Motors (www.teslamotors.com) . El mayor empeño empresarial en estos momentos para poner vehículos 100% eléctricos (no híbridos) en el mercado. Con un modelo, el Tesla Model S, capaz de pasar de 0 a 100 Kms/h en 3,2 segundos (en la versión más potente), y con una autonomía media de 270 millas. Lo cual, para el "commuter" medio de EE.UU., está más que de sobra. Pero con un "pequeño" inconveniente; que la versión normalita se vende a $70,000, cuando coches equivalentes de gasolina salen por la mitad. Y cuesta eso porque la batería de ion-litio que le da la energía (fabricada por Panasonic) cuesta una pasta (no he encontrado el coste de la del Tesla, pero la del Nissan Leaf, otro vehículo 100% eléctrico, he leído que sale por $16.000).

 

Batería del Tesla Model S

Y a grandes males, grandes remedios. Elon ha hecho las siguientes cuentas: Si en lugar de tener que venderlos a $70.000 lo puedo hacer a $35.000 y ganar dinero, el mercado me comprará 500.000 unidades en 2020. ¿Qué necesito? Una planta capaz de fabricar 500.000 baterías al año, más eficientes y al menor coste posible, dado que representa la parte del león de mi posible margen. Dicho y hecho.

 

Tras un período de negociación con más de 5 Estados durante casi un año, finalmente ha llegado a un acuerdo con el Estado de Nevada para construir allí su fábrica de baterías. Más concretamente en el Tahoe Regional Industrial Center, cerca de las ciudades de Reno y Carson City ( y a sólo 300 millas de la planta de montaje de Tesla en Fremont, California). Se ha calculado que el "paquete" de incentivos que ha puesto el "Silver State" encima de la mesa y que ha inclinado la balanza en favor de esta opción asciende a $1.400 millones, en forma de rebajas de impuestos, terrenos gratis, costes eléctricos subvencionados, etc... Lo que representa casi un 30% de la inversión total estimada en el proyecto ($5.000 millones). Me pido al equipo negociador de Musk la próxima vez que tenga que comprar coche...

 

El caso es que el proyecto ya está en marcha y se ha fijado 2017 como una primera fase, en la que la planta estará en condiciones de fabricar las baterías que equiparán el nuevo Tesla Model 3.

 

Pero claro, bajar costes a base de economías de escala y de subvenciones públicas es fácil (alguien acaba pagando la cuenta; que nos lo digan a los españoles). Hay que prestar atención a otro tipo de innovaciones, las de carácter disruptivo que pueden, simplemente, cambiar las reglas del juego.

 

Ann Marie Sastry

Y en esa dirección aparece, por ejemplo, Sakti3 (www.sakti3.com) . Nos dice su CEO y fundadora, Ann Marie Sastry, que sakti es una palabra sánscrita que significa "energía" y 3 es el nº que corresponde al Litio en la tabla periódica. La innovación que parecen haber alcanzado es la de construir una batería de ion-litio pero de estado sólido, sin líquidos. Capaz de dar el doble de energía a un 20% del coste. En términos absolutos, si la batería actual del Tesla fabricada por Panasonic cuesta $500/kWh, y la que salga de la fábrica de Nevada, con todas las economías y mejoras incorporadas, pudiera llegar a costar $250/kWh, se estima que la batería de estado sólido de Sakti3 estaría ya en los $100/kWh. Al parecer utiliza una técnica de fabricación similar a la de las nuevas generaciones de pantallas planas de TV y a las de las células solares.

 

¿Será posible? De momento ha conseguido como socios a General Motors, al gigante industrial japonés Itochu y al Estado de Michigan. No son malos compañeros de viaje.

Otra iniciativa, española en este caso, y que se aparta del litio, es la que están llevando a cabo las empresas Graphenano, Grabat Energy y la Universidad de Córdoba. En este caso se trata de baterías de polímero de grafeno (el material de moda). Cuatro veces más potentes, 1.000 Kms. de autonomía, mucho menor coste... todo son ventajas. Más detalles aquí:
Baterías españolas de grafeno para los coches eléctricos

 

Habrá que seguir la pista a todos estos desarrollos. Y, mientras tanto, observar la evolución del precio del petróleo. Porque como se estabilice en los próximos años en los $50 - $60 como algunos vaticinan, me parece que los proyectos eléctricos (y de energías renovables en general) van a ver bajar su prioridad por algunos años. Mal que nos pese a muchos.