viernes, 6 de febrero de 2015

Microbioma: Nuestros microscópicos compañeros de viaje

Una mirada a nuestro interior
Hay datos que te hacen pensar. Por ejemplo, cuando lees que en el cuerpo humano hay 10 trillones de células "humanas" y 100 trillones de células (10 veces más) que corresponden a distintos tipos de microorganismos (generalmente  bacterias de todo tipo y condición). La mayor parte están en el tracto intestinal, pero también en la piel, boca, nariz, oídos, vagina, y todo tipo de recovecos de la anatomía. Que alguien ha estimado que aportan entre 1 y 1,5 Kgs. al peso corporal del adulto medio. ¡Menuda mochila llevamos encima, sin darnos cuenta! A toda esa "fauna" que habita en nuestro cuerpo se la conoce en términos científicos como la microbiota, la flora microbiana normal ó también, el microbioma humano.
 
En el año 2008 se lanzó el Human Microbiome Project (www.hmpdacc.org) cuyo objetivo es: "caracterizar las comunidades de microorganismos que se encuentran en múltiples partes del cuerpo humano, y buscar correlaciones entre los cambios en el microbioma y la salud humana".  Porque la microbiota normal está en relación simbiótica comensal con el huésped; los microorganismos necesitan del humano para vivir, pero, a cambio, ayudan en la digestión del alimento, producen vitaminas y protegen contra la colonización de otros microbios que pueden ser patógenos, el llamado antagonismo microbiano.

Otra característica es que esta relación simbiótica se da en cada zona determinada del cuerpo, y puede ser, en cambio, tremendamente agresiva en otra. Por ejemplo, una bacteria "inofensiva" en la piel y que ahí cumple perfectamente con su cometido, puede causar una peritonitis de caballo si llega a acceder al intestino (cosa que alguna vez ocurre por accidente en procesos quirúrgicos abdominales).
 
Es curioso cómo se va formando esta microbiota. El feto humano es estéril hasta que rompe la membrana en que se encuentra. En un parto vaginal, es ahí donde se produce el primer encuentro con la flora del tracto genital de la madre. A continuación, la del medio ambiente donde nace, la de la respiración de las personas que le rodean, la contenida en la leche materna... se estima que, en pocos meses, el bebé ya ha sido "colonizado" por gran parte de lo que será su microbioma de ahí en adelante.
 
Localización de bacterias por zonas del cuerpo
Como en otros proyectos de investigación genética, el primer objetivo del HMP es obtener el "mapa" de todo lo que existe. Ya hay, por ejemplo, 40.000 especies bacterianas identificadas en el tracto gastrointestinal. Y, en paralelo, cada vez se va entendiendo mejor la conexión entre el sistema nervioso entérico (lo que a veces se llama "el cerebro de las tripas") y el cerebro (el de la cabeza). Donde el equilibrio del microbioma es vital para el correcto funcionamiento de todo el sistema digestivo.
 
Hay dos derivaciones de esta investigación genética que me han parecido interesantes.
 
Buscando información en las alcantarillas
La primera es a una escala macro. Pero MACRO con mayúsculas. Muy relacionada con las tendencias imparables del "Big Data" y del IoT ("Internet of Things"). En pocas palabras, se trataría de establecer el "microbioma colectivo" de una ciudad como Nueva York ó Madrid. ¿Cómo? Pues a través de una miríada de biosensores instalados en toda la red de saneamiento de la ciudad. Analizando de manera continuada los microorganismos que la ciudad va tirando por sus desagües y llegar a catalogar lo que sería su estado de "microbioma normal", si es que alguna vez se puede decir esto de una ciudad. A partir de ahí, sería más fácil detectar las "anormalidades" (por ejemplo un brote viral, una epidemia de gripe en sus primeros estadios, una contaminación alimenticia a gran escala, gastroenteritis, salmonellas,...) y tomar las medidas preventivas necesarias mucho antes de lo que se pueda hacer hoy en día. ¿Ciencia ficción? Bueno, en este artículo del New York Times ya se ve que hay gente trabajando en ello...
 
El Intelligence Toilet II de Toto
La segunda es a una escala más "doméstica". Y aunque, todavía incipiente, puede dar pie a futuros desarrollos mucho más sofisticados. Se trata del "retrete inteligente". Y viene de Japón. Claro que allí es donde llevan años funcionando los inodoros con asiento climatizado, chorritos de agua dirigidos con precisión para realizar las labores de limpieza, secador de aire caliente, etc... Pues bien, la empresa Toto, líder en este tipo de sanitarios
 (www.totousa.com)
 ha desarrollado el Intelligence Toilet II, donde, además de todo lo anterior, incorpora un "analizador de fluidos" (inicialmente orina) y otros artilugios que miden, registran y transmiten por wifi a una red doméstica inalámbrica parámetros tales como: presión arterial, niveles de azúcar, temperatura de la orina, y peso e índice de masa corporal del sujeto que utiliza el servicio.

Aparte de servir para aplacar al hipocondríaco que más o menos todos llevamos dentro, hay claras aplicaciones muy concretas: por ejemplo, a los diabéticos les serviría para planificar sus chutes de insulina; a las mujeres en busca del mejor momento para quedar embarazadas, les daría información sobre el nivel de sus hormonas, etc... Y si cada médico instalara un "retrete inteligente" de estos en su consulta, podría obtener un completo análisis de orina casi "on line", evitando el farragoso proceso de coger muestras en el botecito en casa, llevarlas a analizar al laboratorio y recoger los resultados días más tarde. Ahí lo dejo.
 

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