Seguimos con el controvertido y apasionante tema de la Educación. Ya dije en el anterior post que me baso en tres fuentes principales: Sebastián Barajas (SB), Roger Schank (RS) y Ken Robinson (KR), de los que me "apropiaré", espero que con su aprobación implícita, frases, modelos y propuestas concretas a lo largo de este segundo post. Y recuerdo que me estoy centrando, por ahora, en la etapa de "enseñanza obligatoria".
Empezaré con la provocadora pregunta que nos formula SB: ¿Es posible enseñar? Y él mismo nos da la respuesta que nos temíamos: No, no es posible enseñar. El aprendizaje solo es posible si el alumno tiene motivación y pone esfuerzo de su parte. Y la consecuencia: Un modelo educativo moderno ha de prestar más atención al proceso de aprendizaje que al de enseñanza.
Reflexiona KR sobre el fracaso escolar: Si tuviéramos una empresa y todos los años perdiéramos a más de la tercera parte de nuestros clientes, quizá nos preguntaríamos si el verdadero problema son ellos o tal vez nosotros. El número de alumnos que no se gradúa en secundaria es sin duda desolador, pero no se tiene en cuenta los millones de estudiantes que permanecen en el sistema educativo, aburridos y descontentos (se está refiriendo a EE.UU., donde un estudio de 2012 los cifra en un 63%).
Y no puedo estar más de acuerdo con Ken en que: más que el número de alumnos por aula, la clase social, el entorno físico y otros factores, el elemento fundamental para mejorar la educación es motivar a los alumnos a aprender, que es lo que hacen los grandes profesores. Del papel del profesor hablaremos en el siguiente post. Si estamos de acuerdo en que lo importante es "aprender a aprender", volvamos a la pregunta del título: ¿Cómo se aprende?
Y aquí entran en escena RS y SB, desde la perspectiva que aportan las ciencias cognitivas. Y nos hablan de 2 tipos de memoria: la stories-driven-memory (memoria semántica) y la event-driven-memory (memoria episódica).
La memoria semántica está basada en el lenguaje, y es la que, simplificando, nos permite recordar cosas como que Londres es la capital del Reino Unido o que "volverán las oscuras golondrinas en tu balcón sus nidos a colgar" (como digo a veces, todo aquello que solo nos sirve para ganar al trivial o al pasapalabra, o, en el sistema actual, para aprobar una oposición a Registrador de la Propiedad). Dado que la aparición del lenguaje hablado se data en hace unos 40.000 años, y la del escrito en unos 6.000, mucho me temo que la supervivencia y el progreso de los sapiens de Atapuerca no estaba basado en este tipo de memoria.
La memoria episódica es mucho más potente y mucho más antigua, resultado de esa evolución de millones de años que nos ha convertido en lo que somos. Es la que está preparada para captar y almacenar las experiencias que vivimos. Y para recuperarlas cuando la vida nos plantea una nueva situación en la que el comportamiento adecuado para salir de ella ya lo hemos vivido con antelación, o, la base del aprendizaje y el progreso humano, se asemeja a uno ya experimentado y, con algunas mejoras y/o "tentativas" nos permite afrontar con éxito el nuevo desafío.
Sin entrar en demasiadas profundidades, parece que la memoria episódica está formada por unas estructuras, llamadas Memory Organization Packages (MOP's), que se crean en función de la experiencia de hacer algo para alcanzar un determinado objetivo. Son como la secuencia de una película, por lo que los expertos hablan de escenas y scripts para describir la estructura de un MOP.
Y, aquí viene lo importante, el proceso de aprendizaje se puede resumir en 5 pasos:
1) Vivir una experiencia y crear un MOP en nuestro cerebro
2) Indexar el MOP (clasificarlo por analogía con otras experiencias, para facilitar el siguiente paso)
3) Recuperarlo (cuando se necesite)
4) Gestionar los casos que no encajan (ruptura de expectativas o aquello tan nuestro de "la excepción que confirma la regla"; también recordar errores cometidos, para no volverlos a cometer)
5) Razonar, modificar y ampliar (encontrar la causa del error y la forma de solucionarlo cierra el ciclo del aprendizaje)
Pues bien, si así es como se aprende a andar, a jugar al fútbol, a montar en bici, a tocar la flauta, a volver a casa desde el colegio o a preparar una tortilla francesa, ¿cómo debería ser el proceso de aprendizaje dentro del aula? ¿aplica este mismo proceso cognitivo a aprender a sumar, a escribir un texto con sentido y sin faltas de ortografía, a distinguir las partes y funciones de una planta, a entender cómo los distintos órganos de un animal están interconectados, o cómo el aumento de temperatura hace pasar un material del estado sólido al líquido y de éste al gaseoso? La respuesta es sí, y no resulta difícil de aceptar, puesto que todos hemos vivido la gratificante experiencia de aprender. "Learning by doing", aprender haciendo, o el aprendizaje basado en la experimentación.
Y el caso es que la mayoría de los sistemas educativos, incluido el español, parece que así lo asumen en los primeros años, en las etapas de Infantil y Primaria. Y se ven aulas flexibles, con mesas redondas y taburetes móviles, muchos carteles y "collages" en las paredes, cartulinas, ceras y plastilinas, y donde el juego es probablemente la metodología didáctica más utilizada (se oyen risas, música y cánticos cuando uno pasa por fuera de esas aulas). Pero, amigo, llega la ESO y empieza la enseñanza entendida como proceso industrial. Se acabaron los juegos, todo el mundo perfectamente sentado en su pupitre, en filas paralelas de cara a la pizarra, donde el profesor "imparte" la clase. Se acabaron las risas y los cánticos. Apuntes, estudio, examen. Hay que cumplir el plan curricular. Y empezar a preparar la "reválida"... :-(
Dice KR que "el exilio del juego" es una de las grandes tragedias de la educación normalizada (y es curioso que, años más adelante en la trayectoria formativa, en las más prestigiosas escuelas de negocios, se fomenten los "business games" como forma de que los posgraduados capten las complejidades del management y, de paso, aprendan a trabajar y a tomar decisiones en equipo). Y más de una vez he escuchado, en foros de docentes, que, refiriéndose a las metodologías de aprendizaje, "lo que hay que hacer es primarizar la secundaria, y no al revés".
Cualquiera que lea libros o publicaciones sobre este tema empezará a familiarizarse con términos como: PBL (Project Based Learning) ó aprendizaje basado en proyectos, SCC (Story Centered Curriculum), una de sus aplicaciones. También hay una variante con las mismas siglas, Problem Based Learning, donde de lo que se trata es de resolver un problema con información incompleta. La "flipped classroom" (clase invertida), donde se busca información y se "estudia" en casa, mientras que el tiempo en el aula se utiliza para resolver dudas con el profesor o los compañeros, y para abordar asignaciones o trabajos en equipo. Aprendizaje Cooperativo / Colaborativo, donde cada uno de los estudiantes sólo puede alcanzar su objetivo cuando los demás lo consiguen. Simulaciones, Ludificación de contenidos, etcétera, etcétera, etcétera. No será por falta de repertorio.
Pero, claro, como dice el clásico "se necesitan dos para bailar un tango". Y en este baile, al que seguramente todos nos hubiéramos apuntado en nuestra etapa escolar, hay que enganchar al maestro, al profesor, al docente,... Y es un tema tan importante, que hay que dedicarle un post.
(Por cierto, ¿os habéis fijado que en este post no se ha mencionado la palabra "tecnología"? Curioso...)
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Mirad esta curiosa predicción de principios del siglo XX de cómo se aprendería en el año 2000: Los textos se vuelcan en una especie de estufa que, no se sabe por qué proceso, los convierte en impulsos eléctricos que se transmiten al cerebro de los alumnos de forma automática...
Aula para trabajar en base a proyectos |
Y el caso es que la mayoría de los sistemas educativos, incluido el español, parece que así lo asumen en los primeros años, en las etapas de Infantil y Primaria. Y se ven aulas flexibles, con mesas redondas y taburetes móviles, muchos carteles y "collages" en las paredes, cartulinas, ceras y plastilinas, y donde el juego es probablemente la metodología didáctica más utilizada (se oyen risas, música y cánticos cuando uno pasa por fuera de esas aulas). Pero, amigo, llega la ESO y empieza la enseñanza entendida como proceso industrial. Se acabaron los juegos, todo el mundo perfectamente sentado en su pupitre, en filas paralelas de cara a la pizarra, donde el profesor "imparte" la clase. Se acabaron las risas y los cánticos. Apuntes, estudio, examen. Hay que cumplir el plan curricular. Y empezar a preparar la "reválida"... :-(
Dice KR que "el exilio del juego" es una de las grandes tragedias de la educación normalizada (y es curioso que, años más adelante en la trayectoria formativa, en las más prestigiosas escuelas de negocios, se fomenten los "business games" como forma de que los posgraduados capten las complejidades del management y, de paso, aprendan a trabajar y a tomar decisiones en equipo). Y más de una vez he escuchado, en foros de docentes, que, refiriéndose a las metodologías de aprendizaje, "lo que hay que hacer es primarizar la secundaria, y no al revés".
Cualquiera que lea libros o publicaciones sobre este tema empezará a familiarizarse con términos como: PBL (Project Based Learning) ó aprendizaje basado en proyectos, SCC (Story Centered Curriculum), una de sus aplicaciones. También hay una variante con las mismas siglas, Problem Based Learning, donde de lo que se trata es de resolver un problema con información incompleta. La "flipped classroom" (clase invertida), donde se busca información y se "estudia" en casa, mientras que el tiempo en el aula se utiliza para resolver dudas con el profesor o los compañeros, y para abordar asignaciones o trabajos en equipo. Aprendizaje Cooperativo / Colaborativo, donde cada uno de los estudiantes sólo puede alcanzar su objetivo cuando los demás lo consiguen. Simulaciones, Ludificación de contenidos, etcétera, etcétera, etcétera. No será por falta de repertorio.
Pero, claro, como dice el clásico "se necesitan dos para bailar un tango". Y en este baile, al que seguramente todos nos hubiéramos apuntado en nuestra etapa escolar, hay que enganchar al maestro, al profesor, al docente,... Y es un tema tan importante, que hay que dedicarle un post.
(Por cierto, ¿os habéis fijado que en este post no se ha mencionado la palabra "tecnología"? Curioso...)
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Mirad esta curiosa predicción de principios del siglo XX de cómo se aprendería en el año 2000: Los textos se vuelcan en una especie de estufa que, no se sabe por qué proceso, los convierte en impulsos eléctricos que se transmiten al cerebro de los alumnos de forma automática...
Cuando yo estudié, creo que tuve la suerte de que me sometieran al desarrollo de ambas memorias: la semántica y la episódica. La semántica, porque tuve que memorizar cosas: y no solo fechas y nombres sino también técnicas de aprendizaje y de razonamiento, y la episódica, porque la profundidad de mi aprendizaje estaba fuertemente ligada a la experiencia vital de la alabanza-reproche. Para mis profesores y, sobre todo, para mi padre era muy importante mi progreso académico. Si falta ese incentivo, me parece imposible que el niño progrese sea cual sea la técnica de enseñanza. No creo que ninguna experiencia lúdica, artística o científica sea tan intensa para un niño como la aprobación-reprobación de sus mayores (en tanto merezcan el respeto del niño.)
ResponderEliminarUno de mis nietos, hijo único y bastante mimado, vive en EEUU y se educa en un centro tipo Montessori donde le dan prioridad a la memorización episódica. Como la presión familiar es mínima, resulta que ya les han avisado a sus padres desde el colegio de que cuando hay que perseverar para completar una tarea, el niño se llama a andana. Estoy convencido de que la razón principal del fracaso escolar masivo en España es la falta de implicación familiar y la desmotivación, a menudo debido a lo anterior, del profesorado.
Con todo, sí que creo que la enseñanza en España ha sido y seguramente sigue siendo demasiado memorística y que hay que fomentar mucho más la parte empírica. Aún así, después de ver como vibra la cuerda, hay que saber plantear y resolver una ecuación diferencial para calcular los modos de vibración.
Entiendo por tanto, Telmo, que estás de acuerdo en que "el aprendizaje solo es posible si el alumno tiene motivación y pone esfuerzo de su parte". Y ahora podemos hablar de cómo un niño/joven se motiva. Por supuesto que el reconocimiento (de padres, profesores, de iguales añado) es una de las palancas clásicas (como en otras épocas lo era con bastante peso el temor al castigo, físico ó social).
EliminarEn cuanto al manido mantra de "la pérdida de la cultura del esfuerzo", no deja de sorprenderme que chavales que en el colegio tienen resultados mediocres (pienso que porque se aburren soberanamente o porque nadie ha dado con la tecla que despierte su interés) llega el fin de semana y dedican horas interminables a jugar al fútbol sala, montar vídeos para YouTube, desarrollar apps para smartphones ó mejorar su habilidad jugando al Candy Crush.
Luego la motivación está ahí; lo que hace falta es que esa motivación se "mueva" en la dirección adecuada.
Querido amigo Ángel
ResponderEliminarMuy oportuno y acertado de este tema que sabes me apasiona.
Soy de los que piensan que la competitividad de los paises depende de la competitividad de sus sistema educativo.
Es preocupante que el sistema educativo, que fue diseñado para la era industrial o Fordista, en la que los empleados tenían que conocer su sitio y necesitaban una formación uniforme, que les instruía para memorizar y repetir, siga siendo el imperante a pesar de que mate la iniciativa individual y la creatividad de la gente. En las empresas decimos que necesitamos creatividad y que tenemos que innovar, pero a la hora de la verdad, educamos a nuestros hijos para todo lo contrario. Me atrevería a decir, que el sistema educativo en general lo que crea es más de lo mismo: gente y gestores con gran capacidad de análisis que repiten, conservan y mantienen lo que existe y poca gente dispuesta a modificar el statu quo.
Muchas gracias, José Manuel, por tu aportación. Está claro que, en su momento, la organización industrial de la educación era, posiblemente, la única respuesta económicamente factible para atender a las necesidades de las empresas y de la sociedad en su conjunto. Pero, ahora, esas necesidades han cambiado y el sistema educativo debería cambiar en consecuencia.
EliminarÁngel, como siempre en este tema, creo que esta vez nos vamos a encontrar. Y no en el sentido de confluir, sino en el de enfrentar.
ResponderEliminarYo siempre he dicho que, "si quieres hacer un puente, necesitas dos orillas", pero creo que está bien traído tu más glamoroso "se necesitan dos para bailar un tango", por lo que no entiendo que SB, que se hace un lío con la semántica, diga que no se puede enseñar. Las palabras son importantes, y más cuando precisamente se está hablando de sus definiciones. Por supuesto que se puede enseñar. Un profesor, solo en el aula, sin alumno alguno, escribiendo en la pizarra y desgranando el tema con su voz, está enseñando (= mostrando, exponiendo, exhibiendo, revelando, manifestando…) sus conocimientos. Ejercicio estéril, porque no hay nadie que aprehenda (=reciba, recoja, tome, asuma, absorba,… ) sus esfuerzos. ¿Se puede aprender –ahora sin hache- sin que alguien enseñe? También. No sólo de los libros, que pueden suponerse como continentes de enseñanza comprimida, congelada y diferida, sino de la propia vida, de la que concluimos que no debemos tropezar y caer al suelo porque nos haremos daño, y muchas cosas más. Ese acerbo de experiencias, vívidas y vividas, en su formato de éxitos y fracasos, se aloja en el subconsciente, que es donde se acomodan los conceptos nucleares que de verdad nos guían.
Así pues, ese binomio indisoluble enseñanza-aprendizaje, al que yo llamo quizá indebidamente instrucción (NO educación), es el que se debe maximizar.
Coincido con Telmo en casi todas sus apreciaciones, y señalo especialmente su observación sobre la motivación del aprendiente, que es la presión e implicación familiar, aunque no sé por qué implica al profesorado.
Y, como sabes, discrepo contigo porque reservo la palabra ‘educación’ para la creación de valores cívicos, éticos, morales y de comportamientos social que, a mi entender, deben proporcionarse en el ámbito familiar. Otra cosa sería adoctrinamiento, o algo peor. Algún profesor me enseñó que la longitud de la circunferencia es la del diámetro multiplicada por pi, pero lo que de bueno, noble, honrado y generoso o no que yo sea lo aprendí de mis padres, que me lo enseñaron con su ejemplo.
Amigo Luis, espero que cuando dices que nos vamos a "encontrar" te refieras a la 7ª acepción según el DRAE: "Opinar diferentemente, discordar de otros", y no a la 4ª: "Oponerse a alguien, enemistarse con él".
EliminarCreo que la discrepancia de fondo se refiere más al "¿Para qué debe servir la educación/instrucción"?, tratado en el post anterior, que al "¿Cómo se aprende?", que es el objeto de este post. No puedo estar más de acuerdo en el importantísimo papel de la familia en el proceso de desarrollo de la persona, pero, al mismo tiempo, creo que la sociedad en su conjunto también tiene su papel. Y en esa sociedad entran, por supuesto, maestros y profesores pero, también, la comunidad de vecinos, los comerciantes del barrio, los medios de comunicación, etc...
Un presidente americano, John Adams, dijo algo parecido a que el fin de la educación debería ser enseñarnos a vivir en sociedad y a ganarnos la vida en ella. Yo creo firmemente que el papel de la etapa de enseñanza obligatoria tiene tanto que ver con lo primero (y quizá más) que con lo segundo.
Y mencionas el ejemplo como factor de aprendizaje. Sin duda. Pero ¿qué pasa cuando ese ejemplo no es bueno? ¿dónde puede darse cuenta un niño/joven que determinados comportamientos que ve en su casa y que ha podido llegar a admitir como "normales" no son, precisamente, ejemplares?
Y, sobre el binomio enseñanza-aprendizaje, un refrán: "se puede llevar un caballo al río, pero no se le puede obligar a beber".
He implicado al profesorado porque son parte esencial de la educación académica y también humana en un sentido mas amplio, esto último en la medida en que su ejemplo de profesionalidad es fundamental para que los jóvenes configuren un modelo imitable.
ResponderEliminarCreo que muchos profesores claudican de lo que exige la profesión docente al sentirse solos frente al problema insoluble de manejar los abundantes casos tóxicos de adolescentes al garete que están en clase, pasando de todo y arruinando el progreso del grupo, porque el sistema exige que estén allí, pese a la indiferencia, la incomprensión e incluso la violencia de las familias en reacción a unas malas calificaciones.
Sobre "El papel del profesor" va mi post de la semana que viene, o sea que, "permanezcan atentos a sus pantallas"...
EliminarAy, y yo sin tiempo para escribir, con lo que me apasiona este tema. Muy interesantes vuestras aportaciones. Quizás me voy a adelantar con mis comentarios, Ángel, porque la semana que viene abordarás el papel del profesor, pero bueno... hoy tengo unos minutos, y aprovecho (espero no atropellarme demasiado.
ResponderEliminarUn docente no es una persona que se sube a la palestra, suelta todo su saber y se va. Eso es un conferenciante, si acaso. ¿No educamos todos?, ¿no es la educación una práctica humana? ¿no está presente el binomio educación-aprendizaje desde que nacemos hasta que morimos? Todos educamos. No podemos hablar solo de educación formal (escuela, instituto, universidad). Hablamos también de la no formal y la informal, hablamos de la educación para toda la vida, y hablamos de una educación que abarca conocimientos y valores.
Si bien es completamente cierto y está demostrado que la familia es un pilar muy importante y básico, sobre todo en la educación de valores que se afianzan en los primeros años de vida y hasta la adolescencia, no creo que eso desprovea a la figura del profesor, que es por excelencia una figura educadora. Por eso se le pide una ética (y tiene su código deontológico) y por eso un buen profesional de la educación tiene eso que llamamos “tacto pedagógico”. La educación constituye una peculiar relación de ayuda que requiere conocer los intereses, habilidades, inhibiciones, deseos, aspiraciones y carencias de aquellos a quienes se debe ayudar. No se puede descargar en la figura del docente todo el peso de esta relación, pero tampoco en la familia. Tenemos familias para todos los gustos, y algunos gustos son muy amargos y sé que, en esos casos, a pesar de la familia, se puede reorientar a la persona, tanto en valores como en conocimientos. No sé si en el próximo post les dedicarás algunas líneas a los educadores-as sociales, con los que tan poquísimo se cuenta en las aulas y que podrían apoyar mucho al profesorado, justo para no sucumbir ante determinados comportamientos de los chavales y para ayudar a esos chavales, que claramente necesitan ayuda educativa.
Bueno, menos mal que todos concluimos que hay río donde abrevar, porque me produce cierto hartazgo el oír clamar a padres por la sequía ‘… ¡es que los profesores no enseñan! …”
ResponderEliminarMi comentario a Telmo sobre el papel del profesor se refiere a su función principal en la enseñanza y circunstancial en el aprendizaje, como otros muchos factores, tales como la calidad y adecuación de los temarios, los horarios de clase, temperatura e higiene de la aulas, hostilidad y acoso de otros alumnos, problemas familiares, integración social, …, o simple capacidad mental del alumno. Es evidente que con un profesor más simpático, o simplemente más pedagógico, a igualdad de otros factores, se consiguen mejores resultados (igual que mejorando esos otros factores), pero es un ingrediente dado con el que hay que contar. El hecho de que, con el mismo profesor, haya alumnos sobresalientes y otros muy deficientes, debería hacernos pensar en que estamos desviando el tiro de qué es lo principal en el aprendizaje.
Hay agua para todos los caballos; unos beben y otros no. No echemos la culpa al río