viernes, 26 de junio de 2015

Niño: Desconecta al perro para que deje de ladrar

La limpia mirada del perro
Soy consciente de que voy a tener muchos lectores en desacuerdo con este post. Soy el primero que, si las condiciones de la casa donde vivimos lo permitieran (y ello implicaría disponer de un mínimo jardín o terraza exterior), tendría un perro, como siempre lo hubo en casa de mis padres. Pero estamos aquí para hablar de tendencias, en el ámbito científico, tecnológico o social, y, aunque  las reconozcamos como tales, no necesariamente nos tienen que gustar.
 
Porque tendencias claras son:
 
1) La concentración de la población humana en grandes ciudades. La ONU calcula que, en el año 2050, alrededor del 65% de la humanidad (6.000 millones de personas) vivirán en zonas urbanas. Habrá unas 50 ciudades con más de 10 millones de habitantes (ahora hay 28).
 
2) Estas megalópolis crecerán en superficie, sin duda, pero mucho más en altura, especialmente en los distritos comerciales y de negocios. El ritmo de construcción actual de rascacielos, muchos de ellos con destino residencial o mixto, es mayor que nunca en la historia.
 
Kin Ming Estate en Hong Kong (no es una maqueta)
3) Por otro lado, también crece el número de hogares ocupados por una sola persona. Por lo que las llamadas  "soluciones habitacionales" (eufemismo) en esos mismos rascacielos y bloques residenciales tenderán a tener cada vez menos metros cuadrados. Y una parte importante de esas personas que vivirán solas serán de más de 65 años, con achaques propios de la edad y, en no pocos casos, trastornos de memoria o de índole psíquica.
 
4) Al mismo tiempo, las necesidades y carencias emocionales de los seres humanos, aunque mejor comprendidas que nunca desde un punto de vista psicológico, están lejos de ser cubiertas.
 
Consecuencia de todo ello: Crecerá la demanda de mascotas de todo tipo. Lo que pasa es que, por ley de oferta / demanda, y por las restricciones que seguramente irán imponiendo las comunidades de propietarios y las autoridades municipales, el tener una mascota "de carne y hueso" en una gran ciudad en 2050 (y antes) seguramente será un artículo de lujo que sólo los privilegiados podrán pagar.
 
¿Qué alternativa tendrá el urbanita corriente? Demos la bienvenida al "robot mascota", más específicamente al "Perrobot"(*). No come (si tú no le das a la opción correspondiente), no hay que sacarle de paseo 3 veces al día (ídem), no ladra (ídem) no hace pis (ídem), no...  Y, cuando el niño ó la niña (la tendencia a tasas de fertilidad próximas a 1,0 hará excepcionales las familias con más de un hijo/a) se cansa de la mascota (seguramente porque habrá salido una versión n.0 superior en prestaciones), pues no hay un drama familiar, ni hay que dejar al robot abandonado en una electrolinera. Se lleva al "punto limpio" o se entrega como señal a la hora de comprar el nuevo.
Características de Aibo
 
¿Y que te da el perrobot a cambio? Mirad este vídeo de Paro (no es un perro, sino un bebé foca, pero nos da idea del tipo de "calidez" y de respuesta emocional que ya hoy se puede conseguir en un "juguete"; más información en www.parorobots.com ). En otra línea de trabajo más convencional (robots articulados que imitan la fisonomía, movimientos y comportamientos de la mascota), el ejemplo más típico es Aibo, el perrobot comercializado por Sony hasta 2006. En este vídeo de presentación del modelo Aibo ERS 7, de 4 minutos de duración, podéis haceros una idea del tipo de cosas que puede hacer.


Paro: Terapia de compañía
¿Por qué Sony dejó de fabricarlo en 2006 y no ha sacado nada similar en estos años? La razón que dio en su momento fue de índole económico (ni vendiendo los Aibo a $1.599 parecía que eran rentables; quizá es que, a ese precio, vendían pocos).

Después han seguido apareciendo otros modelos de perrobot, algunos más tipo juguete que otra cosa. Por ejemplo Zoomer, de  la compañía SpinMaster, que por $99 responde a un set de comandos ("Sit", "Lay down", "Go Pee", "Bark", etc...) y hace algunas "monerías", lo podéis ver en este vídeo.

La noticia de esta semana es que, en menos de 1 minuto, se vendieron en Japón las 1.000 unidades del robot Pepper, que ha sido desarrollado conjuntamente por la japonesa SoftBank Mobile y la francesa Aldebarán Robotics. Y que se vende por $1.740, o sea que barato no es. Anunciado como "el robot que se comunica con los humanos y entiende sus emociones". "Carece de pies, pero es capaz de articular con soltura los brazos y seguir con los ojos y la cabeza el movimiento de una persona gracias a sus sensores y cámaras. Puede hacer fotos, felicitar a los miembros de la familia en su cumpleaños o tratar de animarlos cuando detecta que alguno está triste. Pepper es además capaz de almacenar recuerdos por un período de 20 años y está permanentemente conectado a la nube". Vídeo de presentación de Pepper .

Llamadme ingenuo, pero si juntamos la calidez de Paro, las agilidades mecánicas de Aibo y Zoomer y la emocionalidad de Pepper, ¿no nos sale la mascota (artificial) perfecta? Seguro que algún espabilado ya lo está montando en Okinawa. Y con un mercado potencial enorme. Pensad que del Tamagotchi (huevo amigo) de Bandai, versión mínima de lo que pudiéramos considerar una "mascota", se vendieron cerca de 80 millones de unidades en todo el mundo.

Eso sí, tengo muy claro que ningún artilugio, por muy sofisticado que sea, sustituirá la mirada fiel de un perro y su impagable compañía.

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(*) Perrobot no es un nombre original mío; ya lo han utilizado varias empresas y mi sensación es que, por su fácil y lógica combinación de las palabras perro y robot,  acabará convirtiéndose en un genérico en castellano, como Kleenex (clínex) ó  Tupperware (tapergüer).
 

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