viernes, 2 de octubre de 2015

La leche que nos han dado (y la que nos van a dar)

Es curioso cómo la ciencia y la investigación van encontrando explicaciones a fenómenos que, conocidos desde tiempos remotos, no acababan de estar sustentados por los conocimientos aceptados en cada momento histórico. Por ejemplo, el caso del yogur, del que hablamos en el post anterior. Ya vimos cómo hace miles de años que esta fermentación de la leche de animales domésticos forma parte de la dieta humana. Y no sólo por sus propiedades alimenticias, sino por otras cualidades más difíciles de explicar. Por ejemplo, su relación con el proceso de envejecimiento.
 
Fue un mismísimo Premio Nobel de Medicina, el ruso Ilya Metchnikoff (1845 - 1916), considerado el padre de la ciencia inmunológica, quien postuló a comienzos del siglo XX que una de las causas del envejecimiento eran ciertas bacterias tóxicas residentes en el intestino. Y que el ácido láctico podía ayudar a contrarrestar su efecto. La prueba estaba en los longevos campesinos búlgaros y griegos, habituales consumidores de yogur. Idea que nuestro amigo Isaac Carusso cogió al vuelo y le sirvió para montar el imperio Danone. (Aprovecho para ilustrar que lo que la abuela del famoso anuncio del yogur griego decía era "jrónia kai jrónia" , que significa "años y años", algo así como un brindis por la larga vida, aunque, si no recuerdo mal, la señora parecía muy enfadada por algo...). 

Un siglo después, el microbioma, como ahora se llama a toda esa "flora y fauna" que puebla nuestros intestinos, está en el foco de la investigación científica avanzada. Los desequilibrios en ese extraño "ecosistema" se relacionan con algunas de las enfermedades más prevalentes en las sociedades occidentales: obesidad, diabetes, trastornos autoinmunes, autismo, incluso depresión. Y puede que muchos de esos desequilibrios se deban a la propia acción humana, por ejemplo por el consumo excesivo de antibióticos, la comida procesada o los desinfectantes. 

El quid de la cuestión está en acertar qué "probióticos" (microorganismos beneficiosos que podemos ingerir de forma natural, o bien añadir a los alimentos, como los famosos bífidus) y qué "prebióticos" (normalmente fibras que sirven de alimento a las bacterias) interaccionan de forma positiva con las poblaciones ya "residentes" en la tripa, de forma que se obtengan resultados positivos. Al parecer, Danone cuenta con una "biblioteca" de 4.000 cepas bacterianas distintas con las que ensayar.
A veces es mejor no saber muy bien lo que comemos...
Y para este proceso, se cuenta ahora con un aliado muy poderoso: el descenso drástico del coste de secuenciación del genoma de las bacterias. Lo que permite hacer un "diseño a medida". Por ejemplo, General Mills ha presentado una patente de una mezcla de fibras que mejora las enfermedades intestinales inflamatorias (que incluyen, entre otras, la colitis ulcerosa y la enfermedad de Crohn). La propia Danone ha presentado otra patente de una bacteria que reduce la acumulación de grasa. Pero este caso, que podría ser la "cash cow" de la empresa durante muchos años, todavía tendrá que seguir un largo proceso: ¡por ahora sólo se ha experimentado en lombrices!.

Yogures Yakult con L.casei "vivos"

Por aportar también una visión desde el Lejano Oriente, merece la pena darse una vuelta por el Yakult Central Institute en Tokio. Este Instituto continúa la labor investigadora del Dr. Minoru Shirota (1899 - 1982), otro pionero de la aplicación de los fermentados lácticos en la salud (en 1930 descubrió la cepa del famoso L. Casei que lleva su nombre: Lactobacillus Casei  strain Shirota ). Es curioso cómo en uno de sus lemas "Un tracto intestinal sano conduce a una larga vida" insiste en la misma idea. Aunque, viendo sus líneas de trabajo, parece que no se reducen al ámbito alimentario, sino que se extienden a productos farmacéuticos y cosméticos.

Como decía al principio, en este campo del microbioma estamos cerca de ir encontrando respuestas a fenómenos conocidos desde hace tiempo,  pero cuya explicación escapaba a la "sabiduría popular" y también al acervo científico de la época. Y con un potencial tremendo.

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Los datos relacionados con la investigación avanzada en el microbioma provienen en su mayor parte del artículo publicado por Erika Fry en el número de Junio de FORTUNE, titulado "Danone goes with the gut". Es curioso que, donde los castellanohablantes decimos "corazonada" o "presentimiento", los anglosajones digan "intestinada" ("gut feeling").
 

3 comentarios:

  1. Entonces nos recomiendas o no que tomemos probioticos, y de ser afirmativa la respuesta, una semana al mes, mes si mes no, todos los dias???

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    1. Querida Irene, mi misión aquí es la de buscar información interesante y divulgarla. Ni recomiendo ni dejo de recomendar. Ahora, un amigo mío español que reside en México me dice que él y "millones de mexicanos" se toman cada mañana un "pelotazo" de Yakult (la marca de origen japonés que está muy presente en México, no así en España). He encontrado esto en su página web:
      http://www.yakult.com.mx/wp-content/uploads/2015/02/yakult-comunicado.pdf
      Como dice alguien: "estos son los datos; suyas son las conclusiones".
      Un abrazo.

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  2. Tengo un aparato digestivo delicado y ya me quitaron un buen trozo hace algún tiempo. Desde hace años, me como un yogur griego casi todos los días. No por seguir las recomendaciones de algún lobby interesado sino porque me gusta, lo paladeo con placer y noto que mi microbioma lo recibe cordialmente, o sea, me sienta bien.

    Me pasa lo mismo con otros alimentos, que casualmente coinciden con los recomendados por la sabiduría popular (fruta, verduras, carne y pescado fresco). Creo que, además de documentarnos sobre un tema tan importante como la alimentación, es importante hacerle caso al cuerpo y comer lo que realmente nos apetece, cocinado y aderezado adecuadamente (por ejemplo, a mi la moda de los brócolis crudos me parece lamentable).

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