En pocos días verá la luz el "Libro Blanco sobre la Profesión Docente" encargado por el Ministro de Educación al profesor José Antonio Marina. Ya le precede la polémica, a raíz de la publicación de su índice provisional y de algunas ideas preliminares que chocan con el status quo. Espero que, dada la experiencia y solvencia del autor, muchas de sus propuestas serán coincidentes, o al menos alineadas, con las que aquí recojo, fruto, como vengo diciendo, de mis fuentes de cabecera: Sebastián Barajas, Roger Schank y Ken Robinson.
Si en el post anterior quedaban claros los mecanismos de aprendizaje del ser humano y, por tanto, qué enfoques pedagógicos resultan más efectivos a la hora de propiciar ese aprendizaje, analizamos ahora cómo el maestro, profesor, docente, educador (¿qué nombre habría que usar?) debería formarse para desarrollar esa capacitación profesional.
Porque, en la acertada analogía de KR: "las plantas crecen solas. La labor del jardinero consiste en crear las condiciones óptimas para que eso suceda". Y también: "En vez de responder a cuestiones que los alumnos no han planteado, los buenos profesores les incitan a hacer preguntas para motivarlos a analizarlas".
Porque, en la acertada analogía de KR: "las plantas crecen solas. La labor del jardinero consiste en crear las condiciones óptimas para que eso suceda". Y también: "En vez de responder a cuestiones que los alumnos no han planteado, los buenos profesores les incitan a hacer preguntas para motivarlos a analizarlas".