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viernes, 10 de junio de 2016

"Mirad las aves del cielo: no siembran, ni siegan..."

"...ni encierran en graneros, y vuestro Padre celestial las alimenta" Mt 6,26.

Seguimos con la reflexión sobre el futuro del trabajo y los trabajos del futuro. Tema que parece estar de moda, visto el aluvión de artículos, reportajes, informes y hasta congresos que lo están abordando. El documento más reciente, el publicado a finales de Mayo por la OCDE: "The Risk of Automation for Jobs in OECD Countries", cuya reseña en "El País", podéis leer aquí.

Para terminar el análisis del impacto que la automatización (la que ahora somos capaces de prever, quién sabe lo que surgirá dentro de treinta años) puede tener sobre determinados oficios o profesiones, es llamativo el siguiente cuadro, que otorga % muy altos de probabilidad de desaparecer a algunas de ellas y, por el contrario, un % muy bajo a otras:

viernes, 3 de junio de 2016

"Ganarás el pan con el sudor de tu frente" Gén 3,19

Trabajadores - Sebastiao Salgado
En Junio de 1930, el famoso y muchas veces controvertido economista John M. Keynes (1883-1946) visitó Madrid y, en la innovadora Residencia de Estudiantes, impartió una conferencia titulada "Las posibilidades económicas de nuestros nietos" que fue muy celebrada en su momento. En ella, Keynes pedía "to disembarrass myself of short views and take wings into the future" y se atrevía a pronosticar cómo sería la situación económica mundial a 100 años vista, esto es, en 2030. Frente al pesimismo generalizado que imperaba en esos años (Gran Depresión del 29), Keynes opinaba que la humanidad sería capaz de crear un futuro mejor, resolviendo el problema económico de la escasez, siempre que 1) hubiera un freno a la explosión demográfica, 2) siguieran los avances tecnológicos y 3) hubiera una firme decisión de evitar guerras y conflictos entre naciones.

Una de sus conclusiones más comentadas es que él, en ese horizonte de 2030, preveía una jornada laboral (por llamarla de algún modo) de 3 horas al día (15 a la semana), y no tanto porque esa contribución fuera necesaria para la consecución de los objetivos económicos, sino por dar satisfacción a ese instinto que el denominaba "adanístico" por el que el ser humano (tras muchos siglos de martilleo con el "ganarás el pan con el sudor de tu frente" y equivalentes),  parece que necesita "trabajar" en el sentido clásico del término para sentirse "realizado".