Tranquilos, que no hay cadáver de por medio; me estoy refiriendo al Yam Hamelach de los hebreos, al-Bahr al Mayyit de los árabes, a nuestro Mar Muerto de toda la vida. De toda la vida, porque ya las historias de Jericó, de Sodoma y Gomorra y de la mujer de Lot, convertida en estatua de sal por mirar hacia donde no debía, tuvieron por marco escénico los alrededores de este lago (que es lo que es, nada de mar). Lago que, en algún momento de la Prehistoria, por elevación de las tierras circundantes, perdió su salida natural al mar y se quedó en lo que es hoy: callejón sin salida; dead end; cul-de-sac.
Pero que, durante muchos milenios, mantuvo un equilibrio de inputs/outputs que lo hicieron bastante estable: el input lo daba el caudal del río Jordán y algún otro afluente pequeño, más una mínima precipitación anual (de entre 50 y 100 mm/año). Y el output, la evaporación natural producto de unas temperaturas medias que sobrepasan los 30º durante una buena parte del año (y con récords históricos por encima de los 40º de Abril a Octubre).
Evolución de la superficie entre 1972 y 2011 |
Pero, claro, a lo largo del siglo XX, la población a la que abastecía el Jordán (repartida entre Siria, Israel, Palestina y Jordania) se multiplicó de forma geométrica y las necesidades de agua, tanto para usos agrícolas como domésticos, fue en paralelo. Datos: Israel construye en 1964 su Acueducto Nacional a la salida del Mar de Galilea, desviando 30 millones de m3 al año; Jordania, a los pocos años, desvía otro tanto de uno de sus principales afluentes. Consecuencia: Se estima que en la actualidad el caudal del Jordán que llega al Mar Muerto representa menos del 10% del que lo hacía hace 100 años.
Por otro lado, el enorme depósito natural de sales y minerales que representa el Mar Muerto es muy apetecible desde un punto de vista económico. Y así, la Dead Sea Works Ltd. desde el lado israelí y la Arab Potash Co. desde el litoral jordano se encargan de extraer cada año unos 4 millones de toneladas de todo tipo de compuestos salinos. Acelerando con su proceso el ritmo de evaporación natural de las aguas.
Se calcula que, en la actualidad, el Mar Muerto pierde un metro de nivel cada año. Como, en su punto más hondo, tiene 306 metros de profundidad, aun no haciendo nada, queda tiempo por delante hasta su total desaparición (en realidad, el ritmo de evaporación no es lineal; dicen los expertos que llegaría un punto en que la alta salinidad ralentizaría mucho el proceso de evaporación, hasta varios miles de años). O sea, que el titular de esta entrada es un poco alarmista...
Y como quedaría feo "dejar morir al Muerto", valga la licencia poética, aunque sea en miles de años, parece que ya se están poniendo en marcha algunas iniciativas para contrarrestar los desastrosos efectos de las últimas décadas. La primera es que Israel, ahora, en 2014 (será para celebrar los 50 años del desaguisado), se compromete a ir "devolviendo" al Jordán los m3 que le quitó con el Acueducto. Y la segunda, que merece la pena comentar más en detalle, es un flamante "Canal Red-Dead", o sea un canal de 180 Kms. que una el Mar Rojo con el Mar Muerto, fluyendo de sur a norte.
El acuerdo entre Israel, Palestina y Jordania fue firmado el pasado mes de Diciembre en la sede del Banco Mundial. Consiste en extraer del Mar Rojo 200 millones de m3 al año y, tras desalar aproximadamente la mitad para abastecer a las poblaciones del sur de Israel y de Jordania, hacer llegar el resto (100 millones de m3 al año + los residuos del proceso de desalación) al Mar Muerto. Que está bien como concepto y para empezar. Porque el cálculo es que harían falta 800 millones de m3 al año sólo para mantener el nivel actual (no digamos para ir restableciendo los niveles "bíblicos").
El proyecto tiene un plazo de 5 años y un presupuesto de 480 millones de €. Y mucha "contestación". De entrada, ya parece raro que se apueste por un trazado de 180 Kms. desde el Mar Rojo, cuando desde el Mediterráneo, con el mismo planteamiento, pero de oeste a este, serían solo unos 70 Kms. y todo por territorio israelí (quizá ahí esté el problema). La mayor crítica al proyecto, aparte de su insuficiencia, es que se desconoce el efecto que podría producir el mezclar dos tipos de aguas tan diferentes. No olvidemos que el agua del Mar Muerto es salada, pero no es agua de mar, y que no contiene casi microorganismos. Mientras que la que subirá desde el Mar Rojo sí que lo es, y traerá su carga de organismos vivos incorporada.
Aprovecha para hacerte la foto... quién sabe... |
Hay quien predice una gran contaminación bacteriana, con proliferación de no se qué tipo de algas dañinas que arruinarán la importante industria turística de la zona (nada de fotos leyendo el periódico flotando como patos, ni masajes de barro, ni tratamientos con sales de baño...).
Con esperar a 2020, si el proyecto se termina en plazo, veremos lo que finalmente pasa.
Otra de las ventajas de rellenar el mar muerto es la cantidad astronómica de energía hidráulica que se puede conseguir, teniendo en cuenta la diferencia de cota: el mar Muerto está a más de 400 metros por debajo del nivel del mar.
ResponderEliminarCreo que la razón para conectarlo con el mar Rojo en lugar del Mediterraneo sería porque el trazado por la depresión Jordan Rift no tiene obstáculos naturales mientras que para cruzar por Israel (montañoso) hay que, o bien bombear a mucha altura o bien perforar túneles muy largos.
Hombre, Telmo. 400 metros de desnivel en 180 Kms. tampoco es una pendiente como para hacer el descenso del Sella... Pero tienes razon, el trazado oeste-este seguro que es mas accidentado.
Eliminar