viernes, 24 de julio de 2015

Soylent Green: Cuando el destino nos alcance

Creo que ya he hablado antes en este blog de esta película. Como leo en la Wikipedia que en España se estrenó en 1974, la debí de ver con apenas 18 años y la verdad es que me causó mucha impresión. El título original era "Soylent Green", pero en España se le añadió el subtítulo de "Cuando el destino nos alcance". Ambientada 50 años en el futuro, año 2022 (¡qué cerca nos parece ahora!), el argumento gira en torno a la explosión demográfica, la contaminación, la escasez de recursos  y la necesidad de buscar nuevas fuentes de alimentación para una humanidad hambrienta:
 
"En el año 2022, en un futuro distópico, la ciudad de Nueva York está habitada por más de 40 millones de personas, físicamente separados en una pequeña élite que mantiene el control político y económico, con acceso a ciertos lujos como verduras y carne, y una mayoría hacinada en calles y edificios donde malvive con agua en garrafas, y dos variedades de un producto comestible: soylent rojo y soylent amarillo, que son la única fuente de alimentación, ya que la producción de alimentos naturales se ha extinguido por el efecto invernadero. La compañía Soylent es una empresa que fabrica y provee alimentos procesados de concentrados vegetales. Soylent verde es el nuevo producto alimenticio sacado al mercado, basado en plancton, según la publicidad de la empresa." (extraído de la Wikipedia).
 
Y hasta ahí puedo leer, por si alguno se anima a ver la película en YouTube (aquí está el inquietante "trailer oficial").
 
Pues, con esta imagen en la cabeza, imaginaos mi sorpresa cuando, en un reciente y magnífico artículo de Karelia Vázquez en El País Semanal, descubro que Rob Rhinehart, un veinteañero afincado en Silicon Valley, ha registrado la marca Soylent para un brebaje desarrollado por él y cuyo objetivo es "ahorrar el tiempo y el dinero del almuerzo".
 
Atención a la fórmula: "Lípidos procedentes del aceite de canola (colza para nosotros), carbohidratos y proteínas de la maltodextrina (glucosa a tope) y los polvos de arroz; magnesio, calcio, electrolitos, omega 3 del aceite de pescado. Todo mezclado en una batidora con un poco de agua y listo". Dice Karelia (supongo que lo ha probado) que la bebida "es de color beis y textura arenosa, sabor incierto, olor penetrante... pero químicamente perfecto". O sea que debe de estar un poco asqueroso, pero contiene todo lo que se necesita para sobrevivir.
Rob Rhinehart, orgulloso de su "invento"
 
El propio Rob reconoce que no espera que la humanidad deje de apreciar una buena ensalada, una merluza koskera o un chuletón a la plancha (bueno, no lo dice con estas palabras), lo que él llama "el placer gastronómico y experiencia social" de la comida, sino que tenga una alternativa para esos momentos de "alimentación útil y funcional" donde, de lo único que se trata es de reponer fuerzas y seguir trabajando en escribir código para alguna app que rompa otro nicho de mercado. Dice que, en su caso, el 90% de sus comidas son "utilitarias".

En su página web (www.soylent.com) podéis conocer más sobre su filosofía de nutrición, y ver un vídeo promocional de esta forma de alimentación.
 
Parece que dinero no le va a faltar para desarrollar su idea: Dos grandes inversores, Y Combinator (www.ycombinator.com) y Andreessen (cofundador de Netscape), han aportado varios millones de dólares para hacerlo realidad. En el mes de mayo salieron de Los Ángeles las primeras 30.000 unidades destinadas al resto de los EE.UU.

Claro que, bien pensado, tampoco es que el amigo Rhinehart haya descubierto la pólvora. ¿Cuántos años llevan en el mercado los batidos "saciantes" que sustituyen comidas y las barritas para tomar entre horas? Fieles acompañantes de la "Operación Bikini" y de "Objetivo: Lorza"...

¿Qué futuro nos espera en esto de la alimentación? ¿Entre semana "comer" en la misma oficina un mejunje asquerosillo sin despegar los ojos de la tablet, eso sí con todas las garantías de que no nos falta una vitamina ni un oligoelemento, y el fin de semana "disfrutar de la experiencia" de 20 platos en el Sublimotion de Ibiza, a 1.700€ por cabeza? Pues espero que, como decía un amigo mío argentino: "ni tan tan, ni muy muy..."



La "experiencia" Sublimotion
 
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Aparte de la inquietante historia de las galletas, la escena de Soylent Green que más me impactó en su día y que todavía hoy, cuando la vuelvo a ver, se me humedecen los ojos, es la de la eutanasia voluntaria de Sol Roth (Edward G. Robinson). Con música de Tchaikovsky, Beethoven y Grieg perfectamente coordinada con las imágenes de una naturaleza que quizá ya para entonces sólo exista en la memoria de los más viejos, es difícil no volverse un poco ecologista. Aquí está la escena.
 
 
 

1 comentario:

  1. Me identifico totalmente con tu emoción por la música de los eternos, la belleza de nuestra Tierra y la emotividad de viejos histriones como C. Heston y E.G. Robinson. El Soylent no estará jamás a la altura de esos valores: merece mi más absoluto desprecio.

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