Seguimos con la reflexión sobre el papel del Estado en el futuro, de la mano de Adrian Wooldridge y John Micklethwait (su libro en español se titula "La cuarta revolución - La carrera global para reinventar el Estado" y lo ha publicado Galaxia Gutenberg). Y en esta entrada nos centramos en la Sanidad.

Unos datos de contexto, para el caso de España. Según el informe "
Gasto Sanitario Público 2013", publicado por el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, el gasto sanitario público total fue de 61.710 millones de €, lo que representó un 5,9% del PIB, y 1.309 €/habitante.
Por clasificación económica, las partidas más relevantes fueron: Remuneración del personal (45%), Consumos intermedios (23,5%), Transferencias corrientes (18%) y Compras al sector privado mediante conciertos (11,6%). Por clasificación funcional: Servicios hospitalarios y especializados (60,6%), Farmacia (17%) y Servicios Primarios (14,8%).
Las Comunidades Autónomas fueron responsables del 92% de este gasto. El rango de gasto por habitante fue bastante amplio, desde los 1.044 €/hab (Andalucía) hasta los 1.549 €/hab (País Vasco), pasando por los 1.140 €/hab (Madrid).
Como referencia, en 1995, hace 30 años, el gasto total fue de 25.134 millones, 5,4% del PIB y 623 €/hab. Y el "pico" de gasto se produjo en 2011, con 68.050 millones y 1.442 €/hab.
¿Por dónde pueden venir las innovaciones que hagan posible reconducir esta tendencia de gasto creciente, y no sólo en el caso de España? Pues aplicando los principios clásicos de la reingeniería: