jueves, 14 de mayo de 2015

Nanomateriales en Alimentación y Consumo: Con cuidado

Cuidado con lo que comemos
Hace unas semanas salía publicada la noticia de que la conocida empresa americana Dunkin´ Donuts había decidido suprimir el dióxido de titanio como colorante de sus famosos donuts glaseados. Lo que hace el TiO2 es reforzar y resaltar la blancura del azúcar, sin, en teoría, añadirle ni quitarle nada al sabor del donut. Lo que pasa es que, así como el dióxido de titanio "normal" lleva años usándose como blanqueante en multitud de artículos de consumo (inicialmente en pinturas, después también en cosméticos), la versión actual que se está utilizando, sobre todo en alimentación y productos de uso personal, encaja en la categoría de nanomateriales, territorio hoy por hoy bastante inexplorado.
 
Hasta el punto que la poderosa Food and Drug Administration americana no acaba de manifestarse sobre si debe regular y/o llegar a prohibir el uso de estos materiales en productos de consumo. Ya puede darse prisa, porque se estima que actualmente están presentes en más de 10.000 artículos disponibles en los supermercados, desde chicles, golosinas, helados, pasando por dentífricos, cremas protectoras para bebés y lociones solares hasta las más sofisticadas cremas anti-arrugas ó bases de maquillaje.
 
El afán por los dientes "más blancos"
El fondo de la cuestión es que a escala "nano" (recordemos que en 1 milímetro "caben" 1 millón de nanómetros), las sustancias adquieren nuevas propiedades, y son capaces, por ejemplo, de atravesar sofisticados filtros que existen dentro del cuerpo humano (por ejemplo, la barrera hematoencefálica, verdadero muro de Berlín del cerebro que lo protege ante sustancias nocivas ó tóxicas) o de interactuar con el material genético de las células. Y todavía no se sabe con certeza el efecto que pueden producir a medio y largo plazo estas sustancias en el ser humano.
 
Con los nanomateriales aplicados a la alimentación y a productos de consumo, se está produciendo un efecto similar al que tuvo lugar con los alimentos transgénicos (GMO´s-Genetically Modified Organisms) a partir de los años 90 del siglo pasado. (Ver el post "Transgénicos: Ni contigo ni sin ti..." publicado en este mismo blog). Del boom inicial a la precaución, pasando por el rechazo frontal de determinados colectivos y/o organizaciones.
 

Campañas de aviso
A mediados de los 2000, centenares de empresas y de organismos gubernamentales empezaron a invertir grandes sumas de dinero en la investigación y desarrollo de nanopartículas para sus productos: incrementando la superficie de los granos de sal a escala nano, los alimentos serían igual de sabrosos con menos sal; se podría manipular la estructura de la mayonesa para quitarle parte de la grasa. El fabricante de cervezas SabMiller añadía nanopartículas de cerámica a sus envases para que las paredes de sus botellas conservaran el líquido fresco por más tiempo...

Pero, con el tiempo, empezaron a surgir las voces discordantes sobre el desconocido y potencialmente dañino efecto a medio plazo de las nanopartículas en el cuerpo humano, primero, y en el medio ambiente después. Algunas corporaciones prefirieron tomar una posición conservadora: Por ejemplo, Nestlé y Heinz anunciaron que, aunque estarían atentas a los desarrollos de la nanotecnología aplicada a la alimentación, no participarían de forma activa. McDonalds hizo lo propio con sus envases; Bayer cerró su centro de investigación nano en 2013.
 
Quizá sea ésta, la del consumo, la parcela donde la nanotecnología tenga que caminar con más prudencia. Porque, en otros ámbitos, su potencial es incontestable. La firma de investigación Global Industry Analysts estima un mercado de $3,5 trillion  ($3,5 billones europeos) para 2020. Echando un vistazo a la página web del Project on Emerging Technologies, es fácil entender el alcance y la profundidad de esta "revolución" y el abanico de sorprendentes e impactantes posibilidades.
 
Llegará un punto de equilibrio, como suele pasar con todas las innovaciones disruptivas, en el que esté claro que probablemente no todo sea "trigo limpio", pero que, con los controles adecuados, las ventajas que aportan al progreso y bienestar sean innegables.

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La idea y algunos datos del post están tomados del artículo "The Great Big Question About Really Tiny Materials", de Ryan Bradley, publicada en Fortune el 15 de Marzo.

Para una introducción general a la Nanotecnología y sus enormes posibilidades, puedes leer el post "Nanotecnología (para empezar)".
 

1 comentario:

  1. Es mejor no pensar lo que una come... La sabiduría popular bien lo dice: lo que no mata, engorda.

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